El Legado (II)
A Sergi le obsesionaba la proximidad, no se me ocurre mejor manera de definirlo. Yo le admiraba por eso. Era una de esas personas puras, que da oportunidades de escucha y conversación sin más interés que el de aprender y compartir; le daba igual tu cargo, tu experiencia o tu declaración de renta, siempre estaba dispuesto a escucharte y a opinar si así lo veía conveniente. No era un discutidor ni un polemista nato en el tú a tú, y no era un tío fácil de entrevistar, nunca sabías por donde podía salir (a mi mismo me pongo por testigo, el Impredecible Sergi Verge era impredecible de verdad).
Otra cosa era Sergi y su endiablada y mordaz argumentación con un teclado delante, un tiempo de reflexión y ganas, a modo de divertimento, de hacer enfurecer el avispero. Ahí no tenía rival, representación, agente del comprador, agente del vendedor, las personas primero, la ética… Siempre sabía cómo buscar y encontrar de forma directa la reflexión y provocación entre “aquello que debería hacerse” que tantas veces profesionales han asentido y algunas veces proclamado hacerse suyo y “aquello que se hace”. Muchas veces por desgracia, en este sector y en otros muchos, de lo que se dice que se hace a lo que se hace hay un trecho. Por favor, que nadie se sienta ofendido por mis palabras, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Volviendo a la proximidad, una de las cosas que le distinguía era querer acordarse siempre de todos los nombres de las personas que conociera y qué zona y actividad desarrollaban, independientemente si esas personas las viera una vez cada 5 años o cada semana. A mi me criticaba con intensidad porque en esa faceta un servidor es un auténtico desastre; puedo hablar con alguien que me conoce y yo no recuerdo quién és durante un buen rato y suelo utilizar la táctica de las preguntas abiertas para intentar recordar quién es ese alguien y por qué me conoce para ubicarme (¡ A veces hasta lo consigo!). La verdad sea dicha, paso auténticos apuros cuando se dan este tipo de situaciones, me saben muy mal. Sergi eso no lo entendía “¡Pero que haces pájaro, pero como no te acuerdas! Eso no puede ser, trabajamos con personas, cómo no te vas a acordar de todo aquel que conoces”. Tenía más razón que un santo, es algo que ya sabía que tenía que mejorar, pero no le daba la importancia que realmente tiene. Y he tomado conciencia de la importancia que tiene por las anécdotas que he conocido posteriormente a perderle que me han contado las protagonistas que lo han vivido;
“Un día en un evento, me siento en el sillón que me tocaba y de golpe, el tío que tenía al lado me pregunta, llamándome por mi nombre de pila, cómo me va y que tal la zona donde trabajo. Este tío con gorra que se había sentado a mi lado y no había reconocido era Sergi Verge, alucina me conoció primero él a mi que yo a él con todo lo que es”
“Una de las cosas que me alucinó de hablar con Sergi después de un “Poder de la Exclusiva” es que, al ir a verle para hacernos una foto cuando terminó, me dijo por mi nombre y sabía de donde era y cómo se llamaba mi inmobiliaria. Si el taller me había parecido fantástico, con ese detalle ya me convertí en fan”. Como estás dos, hay muchas muchísimas historias que podrían contarse. Hacía las cosas sencillas rematadamente bien (seguro que os sonará esta frase).
Pero Sergi Iba más allá. Sabía que para ser próximo, para escuchar y opinar, para provocar en redes había que estar preparado. Había que estudiar, había que leer, había que formarse de forma continua. Siempre estaba dispuesto a aprender, no le daba ninguna pereza. “Nunca sé donde voy a encontrar la frase ganadora” fue la respuesta que le dio a Francis Fernández al extrañarse este último que quisiera asistir a un curso de negociación que acabamos de lanzar. Leía, leía un montón. A Bukowsky, Murakami, Marsé o García Hortelano los combinaba según el momento con Gary Keller, Ury, Ken Robinson o Jonah Berger y siempre, siempre buscaba el enfoque inmobiliario. Tenía claro que el inmobiliario tenía que ser cercano, y difícilmente se puede mantener una relación de cercanía y profesionalidad sin una formación adecuada.
Por eso creo que una de las claves de su legado es y debe ser “El inmobiliario debe formarse de forma continua”. Debe poseer y potenciar ese espíritu inconformista que le lleve a saber y profundizar sobre todo aquello que pueda afectar directa o indirectamente a su actividad, y eso queridos, es mucho cuando hablamos de personas y no de tochos. Trabajar con personas debe estar relacionado con la exploración continua y constante, ya que las personas cambian y si no se está preparado ese cambio te afecta directamente a ti.
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