sobre la autoimposición de la belleza y el branding
Creo sinceramente que el mundo está cada vez más hasta los ovarios de la belleza que se ha autoimpuesto. Doy una vuelta por redes sociales, miro spots en televisión, echo un vistazo a plataformas de contenido y me encuentro de forma reiterada con caras bonitas, sonrisas perfectas, frases calculadas y mensajes aparentemente profundos pero que una vez desgrano denoto en ellos cierta falta de coherencia y de valor, con personas detrás con intenciones distintas a las que esos mensajes prometen. No me mal interpretéis, no pretendo ser crítico, entindo que han sido unas reglas que nos hemos dado a lo largo de los años entre todos y no deja de ser una opinión de cómo vivo lo que veo y leo.
Hemos acostumbrado a nuestro público a lo perfecto, lo perfecto es ya lo normal, los cánones de belleza están absolutamente esterotipados. Cada vez más pienso que la perfección de imágenes y mensajes rimbombanes son los nuevos “commodity”: aquello que “hay que hacer sí o sí para que una promoción, anuncio o publicación funcione”. Y pienso que en la imperfección y sus matices está muchas veces lo que nos hace auténticos, lo que nos aleja de esa grandilocuencia de las charlas de grandes oradores de gestos y frases calculadas y nos reúne en un club poco concurrido en el que nos mostramos nosotros mismos, tal como somos. No Es lo mismo y se nota cuando alguien habla sobre un concepto porque lo ha entendido en contraposición a alguien que ha memorizado un discurso que le han hecho memorizar sin la necesidad entenderlo. Así de simple.
Y eso tiene mucho que ver con el branding, porque el branding busca y apuesta por la esencia, el branding trata de aceptar y asumir quién eres, qué eres y a quién le importas, el branding busca que una compañía mantenga un diálogo con su posible cliente de forma coherente y sincera; “yo soy esto, ¿vienes conmigo? si no vienes conmigo no pasa nada, pero yo no voy a dejar de ser esto para que tú vengas conmigo”. Posteriormente ya nos partiremos la cara la cara ideando estrategias para encontrar clientes potenciales con los que mantener esa conversación y ser capaces de convertirlos en clientes, posteriormente en recomendadores y finalmente en amigos. Eso es tarea del marketing.
El otro día un amigo mío me decía que el branding es el nuevo marketing del siglo XXI. No acabo de estar de acuerdo, creo que aquellos que se preocupan por desarrollar una estrategia de branding son los que buscan sacar partido de lo que son, mostrando sus carencias y sus virtudes, huyendo así de paso de lo que todo el mundo hace. Eso en un mundo de belleza autoimpuesta sin duda es diferenciarse.
PM
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