Sobre el "baiting" argumental

Estás en una reunión en la que se exponen dos formas distintas de avanzar en un proceso, o en una cena en la que hay dos puntos de vista bien distintos sobre cómo actuar y proceder sobre una misma realidad, o en una mesa redonda donde se debate sobre la el origen de un hecho dado con dos posibilidades sobre la misma y tu defiendes una. 

Tu contendiente expone su posición con tono bajo, sonrisa constante, posición corporal sosegada y actúa como si tu no existieras, de hecho has intentado contrargumentar pero te ha hecho el mismo caso que le hace a la conversación que se está produciendo entre dos habitantes de Alaska en ese mismo momento. Su argumentario es cada vez más impositivo, su punto de vista se transforma en “verdad universal” no hay nada que pueda discutir lo que está diciendo, y tú, que te sientes totalmente legitimado para responder y explicarle a él y a los que asisten a la puesta en escena, te sientes deslegitimado, porque para el otro simplemente no existes, tu postura simplemente es tratada por tu interlocutor con el peor de los desprecios, la ignorancia. Notas que te suben las pulsaciones, intentas hablar y decir la tuya en varias ocasiones, pero nada, eres una piedra decorativa que alguien a puesto allí para embellecer lo que parece realmente importante, el discurso impertérrito, bíblico y sin fisuras que el otro está desarrollando. La impotencia empieza a hacer mella “pero que mal educado piensas”, “terminará algún día?” “Me dejará hablar a mi y me escuchará?” LA exposición avanza y tú cada vez estás más nervioso, pulso acelerado, tu tono de voz cada vez que intentas expresarte es más alto. Y al final llega ese momento en el que tú mismo creías que no llegaría, nunca. Golpeas la mesa con la Palm de la mano y visiblemente airado lanzas con un grito que te sale de los más profundo de tu ser “Pero me quieres escuchar?” Boom, remonta eso ahora, si antes estabas a 0 ahora estás a menos 3, porque las formas son tan importantes como el fondo, porque la mujer del Cesar no solo tiene que serlo sino también parecerlo, porque acabas de querer contrarrestar la imposición sibilina, eficaz y estudiada de la verdad del otro con tu gestos de cierta índole agresiva y tu tono impetuoso, furibundo y desatado. Sin haber podido argumentar nada, estás en la picota, partes de varios metros por debajo de la cordialidad que se te presupone para intentar exponer tu punto de vista. Remontar eso es terriblemente complicado por muy bueno que sea lo que aportes y te va a tocar trabajar 3 veces más que el otro para igualar las tornas. 

Has picado. 

Te han hecho “Baiting” una técnica, más que estudiada; te han puesto un anzuelo y tú has ido con el lirio en la mano y lo has engullido como si llevaras días sin comer. 

El Batting trata precisamente de eso; a través de mantener el tono la forma la sonrisa y dando validez universal a lo que uno cuenta, hacer desaparecer al otro, hasta que pierde los nervios, pocas cosas duelen más que el ser ignorado. El Batting se hace a conciencia y su fin último no es el poder debatir y analizar los argumentos de las partes para enriquecer a los que escuchan y para poner blanco sobre negro los matices y posibles derivadas de una conversación, lo que busca es barrer y hundir al otro haciendo aflorar sus instintos más ocultos (que todos tenemos) para ponerle en evidencia por conducta y no por argumentación. 

El Baiting cada vez más se usa en plano político, donde cada vez menos pesan los argumentos, priman más las emociones y las partes están más alejadas que nunca; el bien común ya lo haremos luego ahora lo importante es ganar. No es de extrañar que hay quien piense que poco a poco se pueda instaurar en otros planos; empresas, asociaciones etc… Es una práctica peligrosa y perniciosa, porque lo que busca es hacer caer al otro, al que opina de forma distinta que tu, desde una perspectiva distinta a la argumentación, restándole importancia al debate, al bien común y trasladando el foco en el comportamiento y la reacción más allá del argumento. 

¿Se puede combatir? Sin duda sí! 

Lo primero es detectarlo, la sintomatología es clara y ya está descrita. Cuando ya sabes a que deporte juegas tienes al menos la oportunidad de adaptarte al medio. Si sabes que es un anzuelo, picar o no picar ya depende de ti. Esta fase es clave. 

El baiting se combate a través de dos claves: paciencia y preguntas. El rival quiere la posesión, en un símil futbolístico quiere el balón. Ok Dáselo, de entrada contrarrestas porque ya no se lo espera. Pero ojo, esto no va de empezar. Repasar las 10 películas que más te han gustado en el último año mentalmente mientras el otro sigue a lo suyo. Va de escuchar con atención y buscar el momento de entrar, sin hacer falta en la pregunta que desequilibre. Preguntas cerradas, que den poco margen a la grandilocuencia. Es entonces cuando el otro intenta salir por otros derroteros y saca temas aparentemente relacionados con la pregunta para huir de tener que dar una respuesta categórica que podría poner en duda la universalidad y objetividad de la que quiere dotar su argumentación. Vuelve a la carga “Perdona, pero si no me equivoco, creo que no me has contestado, ante esto, cuál es tu posición? Lo digo para aclararlo”. Las preguntas generan oportunidades, oportunidades que sin perder talante y aplomo puedes y debes aprovechar para empezar a mostrar hacia donde va tu discurso, tu argumento, tu posición.

 No te lances a la primera a la primera oportunidad que tengas, con la primera siembras duda, devuélvele la posesión de la palabra y espera a la segunda. Felicidades, ya eres incómodo, otra pregunta que obliga a darse una vuelta de nuevo por todos los derroteros  argumentales sin relación para intentar seguir con un discurso cada vez más mermado y menos universal. Vuelve a hacerlo “Disculpa, creo que tampoco me estás contestando en esta ocasión, cual es tu posición ante esto, exactamente que propones?”. Es en la segunda o tercera pregunta donde realmente aparece esa ventana temporal (a más preguntas, más amplias son). Ahí es donde tú contraataque hace efecto y donde empiezas jugar a placer y a poder explicarte sin haber perdido ni la compostura, ni el aplomo ni los nervios tal como se presupone. 


Recuerda; Detectar, ser paciente, preguntar y abrir espacios hasta que puedas explicarte tan bien como mereces y quieres ser escuchado. 


No piques! 


PM. 

 


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