Sobre el bueno de Bernie y el marketing

Hacía frío. La larga espera para presenciar el cambio político tan deseado para unos y tan temido por otros se iba a materializar, y hacía mucho frío en Washington. El mitin estaba preparado, las personalidades estaban listas y un largo elenco de grandes artistas y bandas (y Bon Jovi) estaban listos para poner en escena aquello que los americanos saben hacer tan bien, los mejores del mundo sin duda en la especialidad; todo estaba listo para el show. Pero hacía frío y el bueno de Bernie Sanders, actual senador para el estado de Vermont decidió tomar asiento y refugiarse en sus ropajes de invierno para esperar que empezara lo que seguramente será recordado como uno de los eventos, como mínimo, del año.

El bueno de Bernie lleva toda una vida dedicada a la política ; estuvo en la cámara de los Estados Unidos hasta que en 2007 fue elegido por el pueblo como senador de Vermont , e incluso fue candidato demócrata para llegar a ser presidente del país.  

Lo que no imaginaba el bueno de Bernie  era que ese día, él y su atuendo para llevar mejor el frío, se harían virales. Sólo hizo falta una instantánea tomada por un fotógrafo en la que Bernie aparece sólo, sentado en una silla, reflexivo, con un abrigo enorme y unos guantes más que llamativos; gruesos, largos, de lana, negros y marrones de fondo y con figuras tejidas de distintas formas de color blanco.  Aquellos guantes enseguida llamaron la atención y la foto dió la vuelta al globo en apenas unas horas. Tanto es así que al día siguiente miles de portadas de medios de comunicación anunciaban que los guantes del bueno de Bernie habían eclipsado nada más y nada menos que la mismísima toma de posesión del POTUS,  el nuevo presidente electo de los Estados Unidos Joe Biden. 

Pero la historia no acaba aquí. Esos guantes tan molones empiezan a ser deseados por muchos Internautas que enseguida se interesan por conseguirlos. ¿De dónde han salido los guantes de Bernie Sanders? Las búsquedas en las tiendas online se dispara, “¿Quién ha hecho esos guantes?” “¡Queremos esos guantes!”. El frenesí y el deseo por tener aquello que todo el mundo ve y nadie tiene se dispara, esos guantes se convierten en objeto de deseo. 

Finalmente, al día siguiente, sale a la luz quién es el autor de tal obra de arte; se trata de un profesor de Vermont que tejió los guantes en su tiempo libre utilizando materiales reciclados y que no conoce  personalmente al bueno de Bernie. Este profesor se llama Jen Ellis, Y asegura que su bandeja de entrada  está absolutamente colapsada con más de cien mil correos electrónicos preguntando por la posibilidad de la confección y adquisición de unos guantes similares. El profesor ya ha dicho que no tiene ninguna intención de dejar su trabajo para dedicarse a la confección de guantes y agradece y asegurar que ha sido un honor que el senador de su estado llevara sus guantes en un día tan marcado. 

Esta historia me enloquece y me hace sentir orgulloso de ser homínido, porque demuestra que el ser humano es impredecible, que ningún algoritmo fue capaz de predecir que en menos de 12 horas habría peticiones de todo el mundo por unos guantes hechos de material reciclado que había confeccionado un profesor de Vermont; ni Amazon ni Ebay, ni allí Express, ni ninguna otra compañía fue capaz de saber que esos guantes pasarían a la posteridad en un espacio de tiempo tan corto y, por ende, tampoco fueron capaces de sacarle todo el beneficio económico que le hubieran reportado si hubieran sido capaces de predecirlo.

Eso es libre albedrío, eso es lo que nos hace ser nosotros y no otra cosa, eso es lo que nos garantiza que nunca nadie va a ser capaz de predecir todo lo que queremos antes de que lo queramos, eso es lo que hace que el marketing sea una disciplina y no una ciencia y eso hace que profesionales como yo nos volvamos locos y a la vez disfrutemos tanto de aquello que tanto nos gusta. Por mucho que algunos se empeñen el marketing nunca será una ciencia predecible en manos de ingenieros y algoritmos y, por el contrario, aquel que sea capaz de empatizar y detectar antes que los demás aquello que puede gustarle al prójimo se llevará el gato al agua con más o menos ayuda de cualquier algoritmo e ingeniero.  

 

P.M.   

 

 

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